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viernes, 8 de julio de 2011

A este lado de la orilla

Hoy estaba viendo la disputa que manténían vía tuits Ignacio Escolar y Carlos Carnicero, periodistas de renombre y de profundas convicciones escoradas a la izquierda. Se jugaban su credibilidad como periodistas, y a la lucha se unía Juan Ramón Lucas, otro jornalista de los medios que ha ido de uno en otro hasta que ha dado con una opción medianamente sedentaria. Mañana seguirán posteandose y, al menos a mí, me resulta entretenido el asunto, siempre y cuando sean respetuosos y no acaben como el rosario de la Esteban

Habría que preguntarse que es la izquierda de hoy. Son señores con servicio doméstico como la mayoría de gente de ideología conservadora (ojo, que hay obreros de derechas y muy de derechas), con pisos e incluso chalets en pleno centro de Madrid y si me apuran, un chófer que les viene a recoger siempre que lo desean. Por alguna razón decidieron verse como progres, quizás por tradición familiar, y se insertaron en el partido más representativo de la denostada izquierda española, el Obrero Español. O bien pasan por gente humilde e igualmente culta, que vive en un pisito en Madrid o a las afueras y que no ve como un inconveniente el uso del trasnporte público. Cuestión importante. No quiero dar a entender que poseer ciertas ideas lleve unido, de forma necesaria, un estilo de vida pero, por favor, un poco de decoro...

Volviendo al tema, Escolar y Carnicero, con varias décadas de distancia, me parecen buenos profesionales. Creo, y es opinión puramente personal, que los periodistas afínes a la izquierda pueden llegar a ser críticos con esta, mientras que los conservadores difícilmente dispararán críticas contra su propio tejado. Ambos andan cuestionando las decisiones del PSOE desde dos medios distintos: Escolar en Público, que deriva hacia posiciones socialistas; Carnicero -aunque cada vez me cuesta más encontrarle, salvo entradas bastante acertadas en su blog personal- en PRISA, un conglomerado de empresas que ha perdido el norte desde que falleció Jesús de Polanco.

Los reputados periodistas se han enzarzado en una batalla verbal acerca de cómo y con qué instrumentos (sobre todo económicos) se fundaron La Sexta y Público, propiedad de Mediapro, que a su vez está en manos de Jaume Roures. Todo un embrollo. Personalmente me interesaría saber si es cierto que RTVE financió la creación de ambos medios. Aquí llega el kit de la cuestión. El asunto mañana dudo que sea trending topic, y si llega a serlo será por el afán de ver a dos tipos bien valorados echándose cosas en cara. De la financiación ilegal, nada de nada. 

Y es que el español medio no se indigna por casos de corrupción. Incluso no debe ver con malos ojos que le mangoneen mientras que las cosas funcionen igual que cuando se acostó la noche anterior (véase Camps).  Por eso ni se molesten señores dirigentes, que nadie les va a tachar de ladrones. Según un estudio de la Fundación de Cajas de Ahorro (FUNCAS) en junio, la economía sumergida en nuestro país asciende al 24% del PIB. Todo un hito.

Es cachondo, pero si España se sostiene a duras penas es por el trabajo encubierto. Siendo así, se entiende que gran parte de la ciudadanía pase por alto estas "vicisitudes" de los políticos. El dinero sigue estando donde antes, pero ahora en vez de pasar por encima de la mesa, lo hace por debajo. Menos mal que aún existen ciertos mecanismos que velan por el interés del Estado. Es el Poder Judicial, que ve indicios de delito en la acción cometida por fulano de tal. Aunque es un ejemplo, la Justicia se encarga de juzgar, valga la redundancia, y el Cuarto Poder de determinar si ese señor va a ser culpable o no ante los ojos de la ciudadanía.

La peculiaridad -que se suele repetir esta vez sí y la otra, también- se atisba cuando en los medios se oyen palabras como "imputado", "inculpado", "culpable de", "testigo", en referencia a personas públicas que han incurrido en delitos contra el Estado y la Hacienda Pública. Tras unos meses de revuelo y lío en los juzgados, pocas veces vemos al malhechor en cuestión cumpliendo condena. No suele acabar en prisión y si lo hace, tiene un millón de euros para pagar su fianza. Cuando abandona su periplo penitenciario, tras días e incluso meses de sufrimiento en una jaula de oro, ya no es noticia.

Debajo del colchón de latex, a unos 24 centímetros por encima de la dignidad del pueblo se encuentra la libertad del individuo. Valor: todo el dinero que puedas acumular.

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